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La pobreza crece más rápido que la curva de contagios

La Argentina transitó una de las cuarentenas más larga del mundo por COVID-19. El impacto económico en los hogares del país es grande. Sin embargo, las organizaciones solidarias no se rinden.

“Nuestra organización no tiene como objetivo dar comida, buscamos  que los pibes y las pibas del barrio tengan oportunidades.   Luchamos contra la desigualdad”, afirma Federico Peria (MAS). Crédito: Huellas.
“Nuestra organización no tiene como objetivo dar comida, buscamos que los pibes y las pibas del barrio tengan oportunidades. Luchamos contra la desigualdad”, afirma Federico Peria (MAS). Crédito: Huellas.

El número de personas con necesidades básicas sin cubrir aumenta, más en el marco del Coronavirus. Desde hace diez años, la Universidad Católica Argentina registra todos los meses la pobreza en el país. En los últimos informes, no se incluyó esa cifra, pero sí se estimó que el ingreso en los hogares bajó un 50 por ciento.


Los trabajadores informales, que viven de “changas”, no tienen ingresos desde marzo, y los centros de ayuda social están cada vez más colapsados. El Banco de Alimentos de Argentina pasó de ayudar a 160 mil personas, a 260 mil. Marisa Giráldez, directora general del Banco, sostiene: “Solicitamos el mayor compromiso de los donantes para poder responder. Afortunadamente nos han acompañado, porque creció el volumen de donaciones”.


La situación se agrava en los centros de menor envergadura, ya que cuentan con menos difusión. Federico Peria, coordinador de MAS (Movimiento de Acción Social) dirige un merendero ubicado en La Cava, San Isidro. “Antes de la cuarentena teníamos en promedio 80 chicos por día, hoy nunca vienen menos de 200 personas”, sostiene. Además, los chicos solían ir a jugar y participaban de talleres educativos, hoy suspendidos. Solo pueden ir a buscar viandas y les piden que se retiren para evitar la aglomeración de gente.


Frente a esta situación, el gobierno nacional lanzó el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia). Originalmente se previó que lo recibieran 3 millones de personas, pero logró un alcance de 8 millones. Sin embargo, no llegó a todas las familias que lo necesitan.

Juana (nombre ficticio para resguardar su identidad) es empleada doméstica, no puede ir a trabajar y de sus tres ingresos regulares solo recibe uno. Vive en Moreno, no la dejan salir de la localidad y los recursos escasean. Tiene dos hijos celíacos, uno enfermo del hígado hace semanas. No puede llevarlo al médico porque el hospital cercano tiene múltiples casos de coronavirus. “No duerme del dolor, pero no quiero llevarlo porque está lleno de casos. Encima me dijeron que si vamos solo puede entrar él, y tiene 17 años”, agrega. Solicitó el bono, no lo recibió y no puede ir a trabajar.


Además, comer no es la única necesidad básica. También es fundamental tener acceso a agua potable, electricidad, vestimenta y educación. Federico Peria (MAS) responsabiliza al Estado por la falta de estos bienes. “No puede ser que no haya cloacas, agua potable, luz, gas, en ciudades o municipios que tienen un PBI per cápita similar al de muchas ciudades europeas”, argumenta.


Alejandra Cardini, directora de educación de CIPPEC, sostiene que solo el 25 por ciento de los alumnos escolarizados del nivel inicial tienen clases virtuales. Además, existen chicos no inscriptos en el sistema escolar que asisten a talleres en organizaciones o parroquias. Silvia Foglia, encargada de Cáritas en la parroquia Nuestra Señora de la Guardia, Florida, relata que en la pandemia tuvieron que cerrar los centros de apoyo escolar, las ferias mensuales y la recepción de ropa y alimentos.


El nuevo contexto obliga a repensar la forma de ayuda y replantear las organizaciones. Marisa Giráldez (Banco de Alimentos) resalta el compromiso comunitario en el contexto. “La sociedad está movilizada, hay muchas iniciativas de jóvenes que colaboran con merenderos y comedores. La solidaridad en pandemia se ve y está en todos lados”, cuenta.


Son innumerables las organizaciones creadas por jóvenes en pandemia, o que fueron gestadas previo a este fenómeno, pero intensificaron su accionar:

Con la falta de ingresos y el aumento de la pobreza, el panorama parece desalentador. Sin embargo, los jóvenes se siguen movilizando y las organizaciones ayudando. “La meta es seguir. Yo no puedo confirmar hoy si las donaciones van a aumentar, pero sí puedo decir que los planes siempre están y la rueda está funcionando”, concluye Giráldez. A esto se agregan las personas que desean ayudar y no saben cómo hacerlo.


"Fue un golpe grande. Se frenó todo. Es buscarle la vuelta, repensar el lugar que uno asume y ver como seguir, que está buenísimo", sostiene Francisco Galeazzi, fundador de Huellas.


¿Querés ayudar y no sabés cómo? Te dejo algunas ideas

 
 
 

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Martina Churba

Licenciada en Comunicación Social. Este blog lo hice siendo estudiante, con fines académicos, pero son historias que vale la pena seguir contando.

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